lunes, 10 de octubre de 2011

El dilema.


30 de mayo del 2021.

Han pasado ya casi dos años desde que el régimen del norte se instalo en nuestro país y ha cambiado de forma brutal nuestras vidas. Con la proclamación de la American Supremacy  se  ha delimitado el campo de participación de los “mexicanos” dentro de la sociedad y obligándonos a ser simplemente mano de obra. Durante este tiempo las conspiraciones han formado a ser parte de nuestra vida diaria, pues han sido la única forma de organización para toma algunas decisiones sobre el rumbo que debemos seguir para detener a este “monstruo”.

La conspiración que llevamos realizando Jacobo, Brianda y yo ha tenido un considerable progreso. Hemos podido reunir a más de ciento cincuenta personas de diversos sectores de la sociedad, las cuales están dispuestas a iniciar en cualquier momento una revolución. Sin embargo, aun no contamos con los recursos ni con las tácticas adecuadas para llevar a cabo un movimiento de tal magnitud. Asimismo, las cosas en el país se han puesto cada vez más difíciles, pues en el Congreso se están discutiendo sobre si los “mexicanos” debemos ser considerados como ciudadanos o simplemente un  estorbo en  esta nueva sociedad. Al parecer, esto no tendrá una  resolución para nuestro bien, pues la cámara está integrada solamente por congresistas estadounidenses que no están a favor de nuestra adición a la sociedad.

Por otra parte, he recibido noticias sobre una comunidad fundada por  empresarios “mexicanos”, la cual está situada en una pequeña porción de Guatemala. Esta comunidad está regida por los antiguos estándares de México, y está dispuesta a aceptar a cualquier persona que tenga nacionalidad mexicana, siempre y cuando, esta decida a no volver a salir de la colonia, ya que de hacerlo, el integrante será desterrado de ella.

Ahora me encuentro en un gran dilema, pues no se que vertiente debo seguir. Por una parte, podría olvidar todos estos problemas que aquejan a mi país e irme a la vida que solía tener solo que ahora en Guatemala. Por otro lado, me siento en la necesidad de luchar hasta lograr que nos sea devuelta “nuestra tierra”, puesto que hemos invadido nada, esta región nos ha pertenecido desde siempre y no hay por que huir, sino todo lo contrario, pelear por volver a adquirirlo, junto con todas nuestras garantías personales que solíamos tener.

Mi pregunta en estos momentos es ¿Qué debo hacer? ¿Huir o luchar?

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